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Anabolic Maxx de Otowil, pura potencia para el pelo.

17.4.17


Uno de los grandes salvadores de mi pelo en la segunda etapa del episodio #BesitoACerini fue esta mascarilla capilar: Anabolic Maxx de la marca Otowil. A este producto le debo mucho, pero mucho en serio.

Esta mascarilla viene en una presentación de 300grs (envase gigante). Es ideal para aportar nutrición y fuerza a cabellos dañados y no tanto. Hidrata profundamente, reconstruye la fibra capilar, aporta brillo, cauteriza las cutículas, elimina el frizz y por poco no te cuida a los chicos. Esta mascarilla es TODO. Además tiene un perfume cítrico divino.

Pueden realizarla 1 vez por semana o cuando lo necesiten. En mis momentos de angustia llegué a hacerme 2 o 3 por semana. Se aplica sobre cabello húmedo, masajeando un poco. Lo dejan 15 minutos y pueden potenciarlo con calor (secador de pelo o gorra térmica -esa plateada, sexy, divina para usar cuando estas sola en la casa-). Una vez enjuagado, se recomienda secar con secador de pelo para activar la keratina. 

En el primer uso no noté nada mágico, pero a medida que iba usándolo, la magia se hizo presente: el pelo empezó a estar más suave, "brillaba" (dentro de sus posibilidades) y se lo sentía más sedoso. ¿milagro? no, buenos ingredientes:

El primero, siempre, es el agua. Luego aparece el cetyl alcohol, uno de los más suaves. Y:
  • Keratina hidrolizada: hidrata profundamente y regenera la fibra capilar. Ideal para cabellos débiles y resecos.
  • Aceite de argán: estimulante del cuero cabelludo. Nutre y revitaliza la fibra capilar.
  • Aceite de macadamia: hidratante, suavizante, regenera las puntas abiertas y controla el frizz.
  • Aceite de jojoba: restaurador y acondicionador. Protector frente al calor. Es anti caída. Aporta brillo y suavidad.
  • Aceite de lino: aporta brillo, evita la caída, acondiciona.
  • Colágeno hidrolizado: aporta brillo y suavidad.
  • Creatina: es una proteína que ayuda a regenerar el cabello. Recupera y forma un film que evita que el medioambiente agreda el pelo. Reconstruye las hebras.
  • Vitamina C: evita la caída del pelo, aporta fuerza y previene la sequedad.
  • Panthenol: vitamina B5. Hidrata y regenera el pelo maltratado.
  • Sulfato de cobre: es un elemento esencial en la formación de melanina del cabello. Es regenerador y reparador.
  • Zinc Sulfate: estimula el crecimiento. Aporta brillo y suavidad.
  • Siliconas: verlas en este lugar de la mascarilla me tranquiliza. Aportan brillo y suavidad cosmética.
  • Cistina: evita la caída del cabello. Estimula la formación de colágeno.
  • Arginina: Ayuda al crecimiento del cabello, nutre y reduce la caída.
  • Prolina: aporta brillo al pelo.
  • Serina: reconstituyente.
  • Taurina: evita la caída de cabello.
  • Valina: otro aminoácido que ayuda a la nutrición del cabello.
  • Isoleucina: estimula el crecimiento del cabello.
  • Parabenos: conservantes. Están al final de la lista.


No puedo estar más enamorada de la lista de ingredientes. Apenas la leí, me encantó. Las siliconas están en la mitad, así que su presencia es media: toda la suavidad que toquen está generada en partes iguales por los ingredientes y ese toque cosmético. En otros productos siempre está al principio, así que ese lugar es muy bueno.

Esta línea se completa con shampoo y enjuage. El shampoo tiene sulfatos (bueno, algo malo tenían que tener) y algunos de los ingredientes de esta mascarilla. Y el acondicionador tiene la misma lista de la mascarilla pero sin siliconas.

El pote consigue en lugares tipo Las Margaritas, Dodó o Tomassa. Rinde muchísimo, pero el precio ayuda a amarlo más.

Ya terminé mi primer pote y voy por el segundo, este producto es uno de los que ya no puedo dejar de amar.

¿alguien más lo ama tanto como yo?

S.O.S: Todos los productos que usé para salvar mi pelo.

20.3.17




Hace unas semanas les conté la historia de mi desgracia capilar con Cerini y como casi me quedo pelada. Pues bien, la historia no termina ahí. El pelo quedó opaco,  poroso, lleno de frizz, se caía de a mechones y era imposible peinarlo. La mejor opción siempre es cortarse el pelo, pero en ese momento me negaba a raparme, así que decidí hacer uso y abuso de varios productos. En el post de hoy les cuento todo lo que usé:

Mi primera preocupación era parar la caída. Pequeño problema si tenemos en cuenta que el stress lleva a la pérdida de pelo: como se me cae, me pongo nerviosa, si me pongo nerviosa, se me cae más, entonces me pongo más nerviosa y así sigue el círculo vicioso. Es casi imposible tranquilizarse, pero hay que hacerlo. Luego de llorar y descargarme, decidí que lo mejor era recurrir a algunos amigos que se consiguen en farmacias:

Mi dermatóloga me recomendó usar una loción capilar llamada Anagen 5% con Minoxidil para frenar la caída. En el envase dice que es "sólo para hombres", pero no hay que darle importancia, también podemos usarlo las mujeres. Se puede usar todos los días a la noche. Al día siguiente hay que lavarse el pelo porque lo deja todo duro y pegoteado. Ese tratamiento lo combinaba con el Serum Anticaída con Quinina de Klorane a la mañana, sobre pelo húmedo, con un aroma un tanto fuerte, pero con una textura más amigable que el Anagen.  

También empecé a tomar unas pastillas llamadas Recupel, con L Cistina, que ayudan a frenar la caída y fortalecer el (poco) pelo que me quedaba.

Con el paso de las semanas se empezó a normalizar la situación y a mitad de febrero ya era muy poco pelo el que se caía.




Como mi marido había comenzado sus vacaciones y no íbamos a irnos a ningún lado, también me tomé los primeros 15 días de enero para hacerme mascarillas con aceites todos los santos días.

Antes de lavarme el pelo endurecido por el Anagen, me hacia una mascarilla hiper nutritiva y natural: 1 yema de huevo + varias cucharadas de aceite de oliva y coco (las cantidades varían según el largo del cabello, yo en esa época tenía un bob) . La dejaba unos 15 minutos en la cabeza y retiraba con un shampoo muy suave. Esa mascarilla me devolvía un poco de suavidad a un pelo que parecía una lija.

Días después empecé a agregarle a esa mezcla un poco de aceite de ricino (que evita la caída y estimula el crecimiento) y una cucharada del aceite SuperBly de Kiehl's.




Para retirar las mezclas de Anagen y los aceites, los primeros días usé un shampoo sin sulfatos ni siliconas como el Morphosis de Framesi. Cuando mi cuero cabelludo dejó de estar tan sensible, empecé a usar la línea ProFiber de L'Oréal Pro que había usado hacía un tiempo y me quedaba un poco de suero, mascarilla, ampollas y shampoo. En verdad me habría convenido usar la línea violeta (Reconstruct), pero tenía en casa la azul... así que no me iba a poner en exquisita, ya bastante tenía con los reproches de mi marido por haber gastado tanto para quemarme el pelo y seguir gastando para tratar de salvarlo.

Cuando el cuero cabelludo se recuperó, empecé a usar el shampoo Anabolic Maxx de Otowil, con sulfatos y con muy pocas siliconas. Antes de usarlo le agregaba unas gotas de aceite de coco u oliva, para volverlo más nutritivo. 





Con el cuero cabelludo recuperado y la caída del pelo bastante neutralizada,  empecé a hacerme otras mascarillas reparadoras cada 2 o 3 días: a las naturales que les conté anteriormente les agregué una de manteca de karité de René Furterer (que rinde muy poco pero es realmente muy nutritiva). También usé la mascarilla de Inoa Color, que si bien la recomiendan para fijar el color, tiene aceite de argán y té verde, dos ingredientes nutritivos y que evitan la caída del cabello. Y la mascarilla de Pro Fiber ayudó muchísimo a recuperar la suavidad. 

Mi pelo se enamoró de la mascarilla Anabolic Maxx de Otowil, con una cantidad increíble de nutrientes e ingredientes reparadores. La encontré en Tomassa una tarde mientras buscaba nuevos productos para agregar a mi rutina, y desde el segundo uso me gustó mucho el resultado.






A principios de febrero empecé a irme a dormir con un blend de aceites en el pelo: ricino, coco y almendras. La proporción era: 50% ricino para estimular el crecimiento, 25% coco para nutrirlo y 25% almendras para nutrir y alivianar la densidad del aceite de ricino. Todavía no sé como mi marido no se divorció: la loca que lloraba por su pelo se iba a dormir con la cabeza llena de aceite.  Una belleza. Ni les cuento como me quedaban las almohadas. 

El pelo estaba mejor, pero las puntas se notaban resecas y porosas. Sólo si tenía que ir a un evento me colocaba un poco de Socorro Capilar de Otowil, pura silicona. Eso me ayudaba a no tener frizz y conseguir brillo. Para el resto de los días usaba el serum Pro Fiber o el aceite Superbly de Kiehl's. 




Durante estos meses tuve 2 cortes de pelo: el primero en Cerini y el segundo me lo hice para retirar gran parte del largo; muy a mi pesar, tuve que volver a un pixie con flequillo. Soy consciente de que me hace falta sacar más pelo destruido, pero como no quiero tener el pelo tan corto estoy esperando a que crezca un poco más (aceite de ricino mediante) para hacer el último y definitivo corte que retire lo último que queda.

Mientras espero hasta la próxima luna llena aplico todas las noches un poco de suero Mythic Oil  de L'oréal Professionnel para fortalecer el cuero cabelludo y Serioxyl, también de L'Oréal Professionnel para engrosar el pelo tan fino y sin vida.

Sé que usé muchos productos, algunos ya los tenía desde antes y otros los compré. También sé que muchos son muy caros, porque lamentablemente para ciertos problemas capilares es necesaria cierta tecnología. Todos me ayudaron, pero sé que lo que realmente ayuda es cortar. Hay que deshacerse de ese pelo, no queda otra. Es dura la verdad, pero siempre es necesaria.




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