La belleza de Roma y Egipto estaba relacionada, es por lo que se dice que ambas sociedades compartían rituales y gustos.
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A los romanos les gustaba la piel pálida y blanca, libre de arrugas, pecas y manchas. Mujeres y hombres se maquillaban y peinaban. Para blanquear la piel utilizaban sustancias blancas como creta o cerussa y sustancias rojas y comino para los tonos rosados de los labios y mejillas. No sólo se maquillaban la cara, también se echaban polvos en el escote y los brazos para unificar el tono de piel.
Las mujeres casadas llevaban un peinado conocido como sex crines, el pelo recogido en seis trenzas. Las solteras se hacían peinados sencillos, con el cabello recogido en moños, trenzas o colas de caballo. Las prostitutas llevaban el pelo suelto. En cuanto al color de pelo, los tonos caoba o pelirrojos eran los más comunes y las clases altas preferían los tonos rubios. Para poder conseguir estos tonos de cabello, se teñían con vinagre, azafrán y polvo de oro. También comenzó a extenderse el uso de excrementos de paloma, de jabón cáustico para decolorar el pelo y grasa de cabra. Si habían perdido el pelo utilizaban pelucas hechas con el pelo natural de esclavos.
En cuanto al cuerpo, hombres y mujeres solían rasurarse del todo. Utilizaban ceniza caliente de cáscara de nuez. Las mujeres se depilaban con piedra pómez o pasta de resina. Las ancianas no se depilaban, porque estaba considerado de mal gusto
Para la piel se utilizaba rosa, jazmín y limón; también aceite de oliva, agua de rosas y cera de abeja para las arrugas. Las mujeres usaban mascarillas de hinojo, mirra, incienso, pétalos de rosa, jugo de cebada y sal para eliminar las manchas y pecas y aclarar la piel. Para las arrugas era muy común también utilizar un ungüento compuesto por harina de habas y arroz. Se realizaban baños de leche de burra.
En cuanto al maquillaje, los ojos eran protagonistas, es por eso que llevaban pestañas largas y tupidas ademas de cejas gruesas. Oscurecían sus cejas con antimonio u hollín para formar una única ceja.
Eran muy rigurosos con el lavado de dientes. Utilizaban una pasta hecha con polvo de piedra pómez.
Se acostumbraba a ir a termas para cuidar la piel y el cuerpo, recibir masajes y, sobre todo, establecer su vida social. Allí también realizaban tratamientos de piel y masajes con aceites esenciales.
Para los griegos el aseo diario era de suma importancia. Como los romanos y los egipcios, también se depilaban el cuerpo, se teñían el cabello. Las mujeres usaban el pelo largo y rizado. Los hombres hacían lo mismo con el pelo y la barba. Las cortesanas tenían preferencia por los cabellos rubios que aportaba un atractivo sexual. Conseguían el tono mediante la aplicación de una pomada a base de pétalos de flores amarillas, polen y sales de potasio, perfumada con manzana.
Blanqueaban su piel ingeriendo comino y aplicándose Cerus y Albalde. Pintaban los ojos, labios y mejillas con una mezcla de pasta con hierro oxidado, ocres y cera de abeja. Se espolvoreaban oro, pigmentos blanco y rojo, también teñían las cejas y alargaba sus pestañas y marcaban el contorno de sus ojos.
Se aromatizaban el aliento llevando en la boca líquidos o aceites balsámicos.
Y todo el furor por el maquillaje y cuidados físicos empezó a decaer desde los momentos judeo-cristianos, donde se hacen referencias en contra de la indecorosa sofisticación física. Mostrarse atrayente ante los demás fuera del hogar, era considerada por los hombres como una peligrosa pretensión de romper los márgenes de la custodia y del sometimiento.